El pueblo dijo no en el plebiscito, pero lo estafaron con el pacto Farc-Santos

Publicado: 2020-10-01   Clicks: 805

      Análisis del conflicto armado en Colombia

     Pacto Farc-SantosEl domingo 2 de octubre de 2016, en ejercicio del soberano derecho de opinar y votar por las opciones más convenientes para su destino, el pueblo colombiano dijo NO en las urnas, al acuerdo entre Juan Manuel Santos y las Farc.

      Después de cuatro años de imposiciones acorde con su metodológico plan estratégico, los terroristas habían logrado en Cuba que Humberto De la Calle, el general Jorge Mora y otros representantes de Santos, se subyugaran ante las exigencias del grupo narcotraficante, y trajeran a aprobación popular, “el acuerdo más perfecto posible para que la paz llegara a los campos de Colombia”.

     Dispuesto a desconocer lo que fuera y a quien fuera, para obtener un cuestionado premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos cambió de tercio de su oferta de referendo a plebiscito, para que la decisión no fuera de obligatorio cumplimiento, e incumplió la promesa de renunciar al cargo, si perdía la consulta en las urnas.

     En medio de la polarización, más de seis millones de defensores de la libertad y el orden dijimos NO en las urnas, pero a Juan Manuel Santos eso no le interesaba, pues ya sus contactos y los bendecidos con los “ríos de mermelada” que desató el incorrecto manejo de las finanzas públicas durante su administración, tenían la oscura fórmula para burlar la decisión popular, con la circunstancia agravante que quienes se autodenominaron cabezas del NO después de que pasó la votación, (no antes de ella), fueron a negociar en nombre de los colombianos, que el nefasto pacto de la Habana, pasara de 298 páginas  a 310. La verdad: Unos y otros, estaban interesados en hacer politiquería con ese pacto y con el destino del país.

     Por efecto de esas intenciones egoístas, pasó por alto en la opinión pública, que en esa votación el pueblo colombiano dejó claro en las urnas, que detesta el terrorismo comunista y a sus gestores, pero también que no quiere saber más de castas privilegiadas en el poder, ni de familias cargadas de históricos cuestionamientos, decidiendo a su favor todo lo que hace daño al resto de los compatriotas.

     Prueba de ello, es que a pesar de existir una conjura contra Colombia apoyada por César Gaviria, Ernesto Samper, Horacio Serpa, Germán Vargas Lleras, los comunistas armados y desarmados, el cartel de la mermelada, la corruptela de los congresistas del santismo, y la doble moral de los conservadores que vendieron su conciencia por lentejas, el pueblo colombiano de manera espontánea y tajante, dijo No al pacto Farc Santos.

     Obviamente periodistas y medios de comunicación, a los que se les pagó a raudales para que hicieran publirreportajes y permanente propaganda a favor de ese pacto, siguieron diciendo que oponerse a ese acuerdo ilegal, es ser guerrerista, enemigo de la paz, uribista y hasta “paramilitar” ; sin aclarar, que quienes legitimaron ese grave error histórico, fueron precisamente Álvaro Uribe Vélez, Alejandro Ordóñez Maldonado y Martha Lucía Ramírez, que estuvieron muy parcos antes de la votación pues tal vez la creían perdida de antemano, pero que una vez ganó el NO, se autoproclamaron cabezas de la oposición al pacto, y en menos de dos semanas legitimaron el nefasto acuerdo de Santos y sus mandaderos con las Farc, agregándole 12 hojas.

      Pasados cuatro años del aberrante hecho histórico en ciernes, las Farc tienen cabecillas en el congreso de la república, cuadrillas armadas en las mismas zonas donde siempre han delinquido, controlan el narcotráfico, mantienen intactas sus estructuras de milicias y partido comunista clandestino, robustecen nexos criminales con la dictadura de Maduro en Venezuela, cuentan con periodistas amigos o idiotas útiles que les hacen el juego publicitario, manipulan la “protesta social”, niegan todas sus fechorías ante el tribunal de bolsillo hecho a su medida, son moralistas y hasta salimos a deberles.

      La burla a la decisión soberana del No en el plebiscito de octubre de 2016, corrobora que Colombia ha vivido en un sempiterno caos político y social desde antes de su nacimiento como república, situación que se ha agravado por las conductas mesiánicas de élites dueñas del poder, luego afectada aún más, por el letal binomio comunismo-narcotráfico. Pero esto no puede seguir así.

      Es evidente el deseo de estructurar una tercera fuerza, una alternativa, una prospección de país con desarrollo y equidad, que debe ser guiado por las reservas de las Fuerzas Militares y de Policía, con el concurso de millones de colombianos honestos. Ese es el camino y no otro. Repetir el mismo esquema de 200 años de desgobiernos, no solo es más de lo mismo, sino que no altera los resultados de la entronizada dinámica de politiquería, corrupción, demagogia, clientelismo, violencia y miseria.

       Para que no se repita otra burla monumental al estilo Santos-Farc con el plebiscito de 2016, hay que dar el paso hacia la construcción de una dinámica democrática renovadora con cultura organizacional, plan estratégico, objetivos y proyectos claros en beneficio de los colombianos, no de las élites tradicionales o de los capos comunistas.

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