47 años después de la Operación Anorí, el Eln sigue asesinando colombianos

Publicado: 2020-09-17   Clicks: 1766

      Análisis del conflicto armado en Colombia

     Cóndor en el AireHan transcurrido 47 años desde el 23 de septiembre de 1973, cuando tropas del Comando Operativo 10, dieron de baja en la zona rural de Anorí Antioquia a los terroristas Manuel y Antonio Vásquez Castaño, fundadores del Eln.

      La Operación Anorí que arrasó más de la mitad del grupo criminal en las montañas antioqueñas, fue el epílogo de la acción del foco guerrillero impulsado desde La Habana por la dictadura cubana y e inici de otras modalidades criminales contra los colombianos por parte de los elenos procastristas, reforzados con sacerdotes y mojas de la teología de la liberación encargados de desarrollar la teoría del "poder popular".

      Los hechos indican que sucesivos gobiernos de turno desaprovecharon las enseñanzas político-estratégicas, y la amplia autopista de posibilidades que dejó la ofensiva militar contra el Eln en Anorí, para derrotar en los campos político y militar los reductos de las guerrillas comunistas, que por no haber desaparecido del panorama político nacional, cuatro décadas después configuran aún la más grave agresión contra la estabilidad institucional y el futuro de Colombia como Estado-Nación.

      Al desconocimiento y desaprovechamiento de los éxitos militares logrados por el Ejército colombiano en Anorí en 1973, se añadió otro error histórico, producto de la miopía estratégica de un vasto sector de la dirigencia política de turno, que en cada coyuntura avizora los réditos que pueda rescatar para su beneficio personal sin tener en cuenta la proyección del país.

      Tal fue la actuación de Álvaro Escallón Villa a la sazón gobernador del Departamento de Bolívar, quien con el visto bueno del entonces presidente Alfonso López Michelsen en asocio por mezquinos intereses politiqueros con el dirigente liberal Jaime Castro Castro, el entonces promotor de acción comunal Oswaldo Utria acompañados por algunos estudiantes de medicina de una universidad de Cartagena.

      Por evidente deseo de protagonismo mediático y rampante ignorancia de los objetivos nacionales y de la doctrina de Defensa Nacional, estas personas facilitaron meses después (en 1974), la tabla de salvación al reducido y maltrecho remanente del Eln en las estribaciones de la Serranía de San Lucas al Sur de Bolívar, hacia donde se replegaron los terroristas que sobrevivieron en Anorí.

      En aquella ocasión, igual que en desafortunados eventos subsiguientes de la lucha contra el terrorismo comunista en Colombia, se impuso a nombre de la paz el desconocimiento de la legitimidad del Estado, compaginado con la complaciente y progresiva cesión de la soberanía nacional e implícita deshonra del Ejército Nacional.

     A cambio de nada se otorgaron bonachonas cesiones a los terroristas del Eln, ornadas con el poco claro argumento de la supremacía del poder civil sobre el estamento militar.

     El compendio de acciones tácticas de la ofensiva contraguerrillera, después bautizada para efectos académicos con el nombre de Operación Anorí, fue una brillante campaña militar de contraterrorismo rural, conducida y ejecutada en forma magistral por tropas inspiradas por el liderazgo, talante, inteligencia y ejemplar abnegación del entonces coronel Hernán Hurtado Vallejo.

      Sin duda la ofensiva militar en Anorí, hace parte de la historia castrense universal. En el campo de batalla fueron definitivos los aciertos de las unidades empeñados en combate para destruir la resistencia armada, que presentaron contra el Estado colombiano, hombres y mujeres curtidos en actividades delictivas, experimentados, sanguinarios y astutos.

      Es probable que si el Estado colombiano hubiera decantado mejor las enseñanzas y aplicaciones táctico-estratégicas derivadas de esta operación, de seguro se hubieran golpeado en otras partes del país, otros remanentes del Eln, incipientes núcleos de las Farc, el M-19 y el Epl existentes en Colombia durante la década de los setenta.

      Pero la acción militar solitaria, por efectiva que sea, es insuficiente para resolver un conflicto tan complejo. Es necesario que los dirigentes políticos de turno revisen con seriedad y objetividad, ¿cuál ha sido el papel de la clase política a lo largo del prolongado conflicto, que tiende a proyectarse sin límite, en la medida que se disimule el compromiso integral del Estado en todos los campos del poder nacional?

      En la práctica se enfrenta el problema con visión unilateral y calculada, al propiciar limitadas soluciones militares, manipuladas en concepción a pesar del sacrificio de los soldados, para defender y sostener castas políticas ajenas a auténticos objetivos nacionales, castas, que solo buscan cuidar sus intereses políticos personales o de grupo, frente a una agresión estratégica que contiene elementos políticos, sociales, económicos y culturales encaminados a lograr un solo objetivo:

      La toma del poder político para implantar una dictadura comunista totalitaria similar a la cubana.

      No sobra decir, que mientras persista la corrupción en todas las esferas del Estado, será imposible eliminar la pobreza estructural de millones de campesinos colombianos, anímica y atávicamente predispuestos para engrosar las cuadrillas de los grupos terroristas.

      Pese a la exitosa ofensiva militar en Anorí, en su conjunto de acciones contra un grupo terrorista específico, puntualiza el oportuno debilitamiento causado por el Ejército Nacional a las envalentonadas guerrillas del Eln, hasta convertirlas en un miserable grupo de bandoleros al borde de la extinción, que infortunadamente sobrevivió debido a tres factores,ajenos al campo de acción militar:

      En primera instancia, a la componenda política escenificada en el Sur de Bolívar con el visto bueno de Alfonso López Michelsen, para la época presidente de la república; anomala conducta del cuestionado mandantario colombiano (1974-1978), que aún no ha sido juzgada en su verdadera dimensión.

      Como segunda medida, se debe a la inacción del Estado colombiano para recuperar en los ámbitos social y político, el Nordeste Antioqueño, el Magdalena Medio Santandereano y el Sur de Bolívar, lo cual hubiera evitado el paulatino repliegue del grupo de Fabio Vásquez Castaño hacia el Sur del Cesar.

     El Eln por dentroY en tercer lugar, a la bien estructurada red de sacerdotes y monjas pertenecientes al Eln, enclaustrados de manera clandestina dentro de algunas comunidades religiosas, quienes aprovecharon el púlpito para reclutar adeptos y fortalecer menguadas redes logísticas subrepticias, que posibilitaron la proyección de nuevas cuadrillas del Eln hacia Arauca, donde por coyuntura la extorsión a las multinacionales petroleras oxigenó el replanteamiento de la estrategia político-armada del grupo terrorista. 

      De lo contrario con absoluta certeza, hoy en 2020 el problema sería diferente. Quizás estaría resuelto.

      En consecuencia, gracias a la torva decisión de Alfonso López Michelsen o a su nunca aclarada complicidad con los elenos, 47 años después de la Operación Anorí, el Eln sigue asesinando colombianos. Pero, la historia nada que juzga a este personaje, ya que la justicia colombiana nunca lo hizo.  Mientras tanto los clérigos elenos siguen muy campantes hablando de paz y reconcialición para enmascarar el terrorismo comunista marxista de la teología de la liberación.

 

      Teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

      Autor de 38 libros de estrategia, geopolítica y defensa nacional

      www.luisvillamarin.com

 

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