Reflexiones para generales y almirantes acerca de la protesta de las reservas

Publicado: 2019-06-01   Clicks: 7221

     La nutrida protesta de miembros de la reserva activa de las Fuerzas Militares y de la Policía, realizada el 30 de mayo en diferentes ciudades de Colombia, para reclamar que el gobierno nacional cumpla la constitución y las leyes, en torno a los legítimos derechos salariales y de salud de los uniformados, y, de quienes ya están en uso de buen retiro, es una seria alerta, para la los señores generales y almirantes en actividad y en retiro, pues entre otras cosas, se puso de manifiesto que desde hace rato hay una marcada crisis de liderazgo institucional, en los dos escenarios castrenses: Bajo banderas y en las reservas.
     Que una marejada de personas, sin un liderazgo organizativo definido, pertenecientes a las bases de la estructura jerárquica militar en los grados de teniente coronel hacia abajo, estén actuando de manera impulsiva para reclamar lo que es justo, no solo demuestra que probablemente hay enorme indiferencia de quienes por suerte del destino, ocupan y ocuparon los altos cargos de mando frente a los legítimos derechos de quienes con su trabajo los llevaron a ocupar esas posiciones, sino que podría convertirse en una peligrosa fractura interna, para la cohesión de las estructuras de mando de militares y policías, habida cuenta que por su sui generis naturaleza, podría ser caldo de cultivo para la peligrosa y corrosiva labor proselitista y disociadora de la izquierda armada y desarmada.
      Para los militares y policías en retiro, muchos de ellos adultos mayores con limitaciones físicas, casi siempre originadas por causa y razón del servicio bajo banderas, resulta incomprensible como lo sería para cualquier lego en la materia, que aquellos altos oficiales que les exigieron tanta lealtad con la bandera y hacia ellos, para inclusive llevarlos al generalato o al almirantazgo, en contravía sean indiferentes, apáticos o desentendidos, frente a las arbitrariedades de los gobiernos nacionales de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, quienes desde 1992 vienen violando la constitución y las leyes colombianas, al incumplir el pago de las asignaciones salariales de acuerdo con las normas que establece la ley 4 de 1992.
      Con incredulidad, la reserva activa ha escuchado zalemas, elogios e hipócritas “encumbramientos patrióticos” a militares y policías por parte de esos gobernantes, pero cuando se les ha reclamado en público y en privado por incumplir la ley que garantiza los derechos salariales y de salud de las Fuerzas Armadas, estos presidentes han recurrido a la estulta disculpa que la “deuda es impagable”, que “no hay recursos para esto, que primero están otras prioridades del Estado y bla, bla,bla, 
      O lo que es peor la estupidez funcional del desleal exministro de Defensa Rodrigo Rivera, quien como borrego mandadero de Juan Manuel Santos, se atrevió a decir en una sesión del congreso de la república, que los militares no necesitan aumentos salariales ni nivelaciones salariales acorde con las normas legales vigentes, porque en contraprestación el gobierno nacional les ha otorgado medallas y condecoraciones.
      Dentro de la lógica analítica de los miembros de la reserva activa, es comprensible que alrededor del bienestar de los soldados y policías, los por  siempre cuestionados dirigentes políticos colombianos, sean tránsfugas, mentirosos, desleales e ineptos como han sido los enunciados y muchos más; a pesar de que los uniformados, no solamente los sostienen en los cargos, sino que además con las ejecutorias de quienes los antecedieron y hoy reclaman sus justos derechos, les allanaron el camino de la seguridad, para que estos encumbrados personajes vivan a cuerpo de rey con los recursos del pueblo colombiano.
      Lo que no tiene cabida en la mentalidad de los reservistas, hoy seriamente afectada por vulneración de sus derechos salariales y víctimas de un insuficiente e inadecuado servicio de sanidad militar, es que los señores generales y almirantes que tantas veces les exigieron lealtad, disposición permanente para el trabajo, entrega, sacrificio y hasta ofrendar sus vidas en defensa de la patria y de la unidad que era comandada por ese oficial de insignia, hoy ignoren tan duras realidades de quien con escasos ingresos debe sustentar el día a día de la familia, pagar estudios universitarios de los hijos y hasta comprar los medicamentos o pagar servicios de salud externos en entidades de medicina prepagada, debido a que el servicio de sanidad militar o policial, que debería ser impecable, en contraste es cada día más vergonzoso.
      O lo que es peor, que los señores generales y almirantes en uso de buen retiro y en actividad, guarden silencio, que podría catalogarse de cómplice, ante el descarado abuso de sucesivos gobernantes que no han querido, ni quieren pagar los salarios ordenados por la ley 4 de 1992, a los militares y policías, con las respectivas nivelaciones en cada grado.
      Quien haya pasado por una escuela de formación militar y haya alcanzado el grado de subteniente o cabo, inclusive los dragoneantes que hacen cursillos de mando como soldados distinguidos en los cuarteles, muy pronto aprenden que la función de todo comandante de tropas, es velar por el cumplimiento de la misión y el bienestar de los hombres, grantizándoles las condiciones mínimas de vida digna en todas y cada una de las actividades del servicio.
      También se aprende que la lealtad es en dos vías: Del subalterno hacia el superior y del superior hacia el subalterno. Y que esa lealtad incluye, no abandonar a jefes, superiores, compañeros y subalternos en acción de guerra ni en ninguna otra ocasión. Velar por la salud y los salarios es parte de esas otras ocasiones.
       Igualmente, se aprende que un militar o un policía de carrera no es un simple funcionario del Estado, sino un ser humano que comulga con una profesión de fe, que al salir del servicio bajo banderas será parte de la reserva activa, que en Colombia no existen degradaciones, y que el grado militar que se lleve sobre los hombros en el momento del retiro del servicio activo, lo acompañará hasta la muerte, y seguirá perenne en la memoria de la institución y de la familia. 
     Al punto que aún en el retiro, los subalternos se dirigen a quienes fueron a sus superiores con la formalidad del mando militar y con el respeto que las graduaciones militares merecen.
      De la misma manera se enseña en el trajín diario de la vida castrense, que toda persona que alcanza determinado grado en la ascendente espiral de peldaños en la carrera, siempre deberá esos logros al trabajo denodado, a la lealtad y al apoyo de quienes en cada destinación son sus subalternos. 
      Que se sepa, no hay “rambos” o “superhéroes” capaces de lograr solos, acciones operacionales o trascendentales en el ejercicio profesional de las Fuerzas Militares y de Policía de ningún país del mundo
      Tales logros, siempre serán el resultado de la sinergia, y el aporte de varias o muchas personas, que por lo general pasan anónimas, pero que ya en el retiro, requerirán como mínimo, que a quienes ellos ayudaron a subir a altas posiciones de comando militar o policial, ahora los ayuden a tener una vida digna. Elemental lógica de sentido humanitario.
       A esto agregaría, la situación de las viudas y los huérfanos o los incapacitados, que un día por razones de la absurda guerra del comunismo armado contra Colombia, perdieron a sus esposos o padres, en desarrollo de operaciones de combate contra cuadrillas de narcoterroristas. Son por lo general personas de escasos recursos o limitados ingresos, que prácticamente dependen de una modesta e insuficiente asignación salarial de retiro, pero, saben perfectamente quienes son los generales y almirantes que en el momento del deceso de su esposo o su padre, comandaba la unidad en que perdió la vida su ser querido. 
      Por elemental lógica, esperarían que esa persona que por el grado y la jerarquía está mejor relacionada con los círculos de poder, defendiera sus derechos, en reciprocidad a como el fallecido con el sacrificio de la propia vida, coadyuvó al avance en el escalafón del ahora oficial de insignia.
      La lista de razones es más extensa…. Pero como hay que pasar del diagnóstico a las soluciones, sea propicia esta coyuntura para alentar a los señores generales y almirantes activos y en la reserva, para que asuman con la entereza que caracteriza a un patriota, la búsqueda a la solución integral y estructural a estos problemas.
      La primera observación es que aquí ya no valen ni tienen credibilidad, las declaraciones aisladas en los medios de alguna organización que por su naturaleza no representa a todas las reservas ni tiene la autoridad moral para hacerlo, o la respuesta burocrática que se hizo una mesa de trabajo (protocolaria) y que se presentó ante el alto gobierno, pero que no hay respuesta positiva.
      No señores. La acción debe ser contundente. Así nunca hayamos aprendido a hacer política en los cuarteles, en nuestras casas y en la vida práctica, hemos aprendido a ser coherentes, asertivos, creativos, disciplinados y constantes en la búsqueda de soluciones.
       Eso quiere decir que ante la realidad de un impredecible giro político de los acontecimientos y ante la creciente inconformidad y dudas por lo que no hacen quienes exigían lealtad y cooperación, pero que no retroproyectan similar esfuerzo, ahora en el momento crucial que los desamparados ex subalternos lo requieren; las organizaciones de la reserva activa están en la obligación moral y tienen el compromiso moral, de convidar a todos los generales y almirantes, a que busquen soluciones estructurales y a que EXIJAN, no a que negocien dilatoriamente , ni a que cedan ante las consuetudinarias marrullas de los politiqueros de turno, o aceptarles sus disculpas baladíes de que no hay presupuesto, que la deuda es impagable o la estupidez de Rivera que las condecoraciones suplen esa falencia.
      La lógica de cualquier colombiano de a pie, es que si hubo y hay dinero para malgastar a dos manos en la falacia de la paz de Santos con las Farc, también debe haber dinero para pagar los derechos legítimos de quienes durante largos años de servicio, sacrificaron lo mejor de sus vidas en defensa de la institucionalidad, y por extensión para sostener en el poder a politiqueros demagogos, que son desleales e indiferentes con el sacrificio de soldados y policías. 
       Además, de que los uniformados de Colombia no necesitan lisonjas, ni elogios, ni oportunismos politiqueros, sino soluciones concretas a problemas derivados de la ineptitud de quienes han malgobernado el país.
      Así mismo es hora de que los señores generales y almirantes de la reserva, asuman una posición de liderazgo político proactivo, para organizar la capacidad electoral de la ahora llamada reserva activa, con miras a escoger los mejores y con perfiles mas idóneos que nos representen en el parlamento. 
      No más dependencias manipuladas del Centro Democrático y otros partidos políticos, que solo nos buscan para que les ayudemos a conseguir votos durante periodos electorales, sin que ellos demuestren la misma tenacidad y la misma lealtad,  para solucionar problemas estructurales de activos y retirados, incluido el regreso de militares con experiencia, carácter y cerebro al Ministerio de Defensa. 
       Es hora de seleccionar y preparar los propios congresistas, para negociar con un partido compromisos serios tendientes a mejorar el cumplimiento de la misión y el bienestar de los hombres que defienden la soberanía nacional y la integridad institicucional del país. No para hacer componendas politiqueras.
       Este, señores generales y almirantes es un compromiso moral, una profesión de fe, una obligación de compañeros de armas, un deber de comandantes y una necesidad, pues como superiores jerárquicos ustedes saben y enseñaron a sus subalternos, que el liderazgo real, no es el de los gritos o el de los tramadores, sino el de los hombres hábiles, inteligentes, receptivos y decididos, que trabajan en equipo y que están siempre prestos a solucionar los problemas, de quienes cumplen sus órdenes y desarrollan los proyectos que ustedes lideran. 
      Al fin y al cabo, Napoleón fue explícito: “los ejércitos caminan sobre los estómagos”, con toda la profundidad analítica y filosófica que esta máxima significa.

      La evidente crisis de liderazgo institucional en las dos instancias de activos y retirados, necesita acción correctiva inmediata, antes que sea tarde, máxime que nadie externo lo va a hacer por nosotros. Es un problema nuestro.

       Luis Alberto Villamarín Pulido 
      Soldado de Colombia
     www.luisvillamarin.com

 

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