Bolsonaro, y el mito del fascismo

Publicado: 2018-11-06   Clicks: 1774

     Por Driss Gali desde Sao Paulo Brasil
    Los medios de comunicación franceses tienen una visión folclórica del país de Jair Bolsonaro. Esos medios no tienen remedio: dicen que el país del carnaval, de la samba, del rey Pelé, eligió a un mandatario "fascista",  "racista" y "homófobo": Jair Bolsonaro. El radicalismo de tal rechazo a la elección hecha por el pueblo brasileño sólo es comparable a la tenacidad de los clichés que le han fabricado a ese personaje.
Brasil es quizás el único país del mundo que es conocido por clichés y nada más que por eso. Es la tierra de la samba, de los mestizos siempre sonrientes  y de los cocoteros. Como marroquí, sé algo de lo que son los clichés pues mi propio país es objeto de clichés, todos tan inexactos y engañosos como aquel: "Marruecos, país de la tolerancia" o " Marruecos, un país dirigido con puño de hierro". Marroquí y residente en Brasil durante siete años, me permitiré romper o, al menos, matizar algunos de los análisis leídos aquí y allá sobre las elecciones brasileñas.
¿Dijo usted  "fascista"?
    Nos dicen que Bolsonaro es fascista. Incluso en el tono más serio. Desmontar esa enormidad merece todo un artículo que, sin duda, no será leído por los aprendices de inquisidores que proliferan en Francia. Lo de ellos es pura creencia religiosa y ésta es incuestionable. Me limitaré a enfatizar que Bolsonaro es un evangélico, es decir, un hombre religioso afiliado a una de las muchas iglesias protestantes de Brasil. Su esposa también lo es. La mayoría de sus electores lo son. Es necesaria una buena dosis de mala fe y de pereza mental para confundir a un evangélico con un fascista. Yo no conozco a un verdadero fascista (de los de la época de Mussolini, por ejemplo) que hay sido un cristiano militante. Por el contrario, el fascismo italiano despreciaba al Vaticano y los valores de la Iglesia (los veían como demasiado blandos, demasiado humanistas, demasiado burgueses). Entre los nazis alemanes hubo una tendencia "católica" (pido disculpas a los católicos por el abuso del lenguaje, pero tengo que ir rápido), pero ésta nunca pesó nada ante Hitler, un pagano radical.
     Entre los míos (no puedo votar en Brasil porque soy extranjero), veo a mi empleada doméstica (una mestiza del noreste) votar por Bolsonaro, a mi celador (un negro del noreste) votar por Bolsonaro, a mi esposa (una brasileña de sangre judía austriaca) vota por Bolsonaro, a un amigo gay vota por Bolsonaro. En Sao Paulo, el 68% de los votos válidos fueron para Bolsonaro. En Río de Janeiro, una ciudad  50% negra, el 67% de los votos fue para Bolsonaro. ¡Por lo tanto, será necesario explicarme qué virus sadomasoquista empujó a las “minorías” a lanzarse a los brazos de un aprendiz fascista! También tendrán que explicarle a mi esposa cómo el único candidato abiertamente pro israelí puede ser fascista.
La izquierda, campeona de la corrupción
    Si tomamos cinco minutos para ser serios, podemos abrir los ojos y aceptar ver dos de los principales factores que explican la votación por Bolsonaro. Por un lado, mi empleada doméstica y mi celador son evangelistas como Bolsonaro. Siguieron las instrucciones de votación aprobadas por  su iglesia. Por otra parte, mi esposa y mi amigo homosexual están hartos de la izquierda brasileña que llevó el país a la ruina, haciéndoles perder a ambos sus empleos. No insistiré en el tema, solo recordaré que la izquierda brasileña ha protagonizado el mayor escándalo de corrupción de la historia del mundo: ¡Petrobras! El saqueo del gigante brasileño de hidrocarburos  llevó a todos los tesoreros del Partido de los Trabajadores (PT) a la cárcel: son cuatro los tesoreros que ya están tras las rejas.
     El rechazo a la izquierda es mucho más que un fenómeno ideológico (mi esposa siempre ha votado  centro-izquierda y mi amigo homosexual es de izquierda). Pero hay que ver el tipo de campaña liderada por los opositores de Bolsonaro. Su lema era: “Lula es Haddad”. En otras palabras, Haddad se presentó como la encarnación de Lula. Este último era el verdadero candidato para las elecciones presidenciales. Lula está en prisión por doce años (por corrupción). El objetivo declarado de la izquierda brasileña era elegir a Haddad y liberar a Lula el año entrante mediante un indulto presidencial. Entonces, Lula habría sido nombrado ministro para evitar cualquier investigación judicial futura (inmunidad). Eso se llama obstrucción de la justicia. A Brasil le pueden reprochar muchas cosas de tipo moral, pero aún no es una república bananera. Brasil se niega a serlo.
El verdadero fascismo es el crimen organizado
    También leí que “Bolsonaro será un presidente autoritario de derecha”. ¡Espero que eso solo sea una broma! ¿Cómo establecer un régimen autoritario con una policía que es incapaz de controlar áreas enteras del territorio? La mitad de la población de Río de Janeiro vive bajo el yugo de las pandillas. En Sao Paulo, donde vivo, todos los suburbios están en manos del PCC (Primeiro Comando da Capital, la mafia del Estado de Sao Paulo. Son amigos de las FARC  quienes les venden cocaína y armas), una mafia que tiene 10,000 combatientes. Todo el sistema penitenciario está controlado por el crimen organizado. Bajo esas condiciones, Bolsonaro necesitará mucha motivación y esfuerzos para establecer un régimen autoritario en Brasil.
     En Brasil ya vivimos bajo una dictadura:  la del crimen organizado. Ellos son los fascistas. Son los culpables de la muerte violenta de más de 62 000 brasileños el año pasado. Ellos cortan los cabellos y rapan a las mujeres que se atreven a decir no a sus “guerreros”, ellos queman vivos a los homosexuales y a periodistas  que tienen la desgracia de entrar a una favela sin su permiso. Ellos cortan las cabezas de sus oponentes en prisión. Son los narco-fascistas que están convirtiendo al Brasil en el infierno. ¿Cuántas muertes y masacres se necesitarán para que los observadores extranjeros entiendan con qué monstruo está lidiando Brasil?
El carnaval seguirá
     No se preocupe, con Bolsonaro o sin él, habrá carnaval en febrero próximo y los bikinis microscópicos continuarán floreciendo en Ipanema. Los clichés serán salvados. Incluso es muy probable que las pandillas retengan el control de las favelas sin importar lo que diga Bolsonaro. Ese cliché también sobrevivirá y siempre habrá “analistas” que hablarán sobre el fracaso del Trump brasileño. Cualquiera que sea la votación, los clichés ganan siempre.

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